Saber quien somos
Cuando leíamos las primeras líneas pasamos por algunas palabras que todos conocemos o al menos podemos explicar, está pregunta quizás también sea una de ellas y debamos agregarla a nuestra lista, que cada vez se irá ampliando más, ¿O acaso alguien se animaría a decir que no se conoce a sí mismo? ¿Qué es un perfecto desconocido?, seria hasta quizás una estupidez pensarlo para muchos. Sabemos todo lo que nos gusta y lo que no, o al menos tenemos una idea. Sé que vivimos en un mundo desigual no escapo a esa situación, pero dentro de nuestras posibilidades todos podríamos, con un mínimo de madurez armar un mapa de nuestras características, enumerando todas las cualidades y defectos que vemos en nosotros. Poder hablar de nosotros mismos es muy bueno, realmente, aprendí que hablar de cosas que todos podemos dar opinión es muy enriquecedor, sin quitar merito a esos hermosos debates de algún tema específico. Podemos aprender mucho, podemos reencontrarnos mucho también en las palabras de otras personas, y lo mejor de todo es que podemos aplicar el oído, algo que nuestro ego a veces dificulta, “escuchar es amar”, esta frase es de la gran película Hector y la felicidad.
En esa misma película el actor hace 3 reflexiones finales,
una va llevando a la otra y es increíble como muestra el valor de la palabra en
nuestra forma de ver las cosas. Primero dice, todos tenemos la capacidad de ser
felices, luego piensa y dice, todos tenemos derecho a ser felices, y cierra
diciendo, todos tenemos la obligación de ser felices.
Conocerse a uno mismo no quiere decir ser felices, pongo en
duda todo aquel que dice tener la fórmula de la felicidad, pero quizás sea el
principio hacia ese estado, o como creo yo, la felicidad esta en ese camino
recorrido y no en el destino. Conocernos es un trabajo de todos los días,
conocer los extremos, aprender a controlarnos, para que no influya lo que pase afuera
y no nos mueva de ese equilibrio emocional, tan importante para poder pensar
con la menor cantidad de influencias posibles, ¿pensar qué? Se estarán
preguntado y creo que pensar, simplemente eso, en nada o pensar en todo, son lo
mismo, la nada será el todo para unos, pero no para otros, pensamos porque
existimos, el día que no pensemos estemos atentos a la luz al final del túnel y
sea lo que sea que hagamos no la sigamos, un poco de humor siempre suma, sé que
es un libro, pero el deseo de poner un emoticón en estas líneas demuestra que a
veces las palabras son limitadas para mostrar sentimientos.
Una vez alguien me hablo de conocer sus demonios, yo
interprete que hablaba de sus miedos, pero con el tiempo fui dándome cuenta de cuál
era el verdadero significado. Un demonio puede o no ser un miedo, pero en
definitiva es eso que puede quitarte de tu espacio de conciencia, ese espacio
ganado por ti y solo para tu egoísta disfrute, aunque suene fea la palabra es
importante ser egoísta para conocernos, no hablo de dañar a los demás, eso es
otro extremo del egoísmo que no creo sea deseable abordar. Hoy en día para mí,
pensar sobre lo que está ocurriendo en mí es tan importante como comer o
dormir, cuestionarme lo que hago para saber si es lo correcto, no para siempre
sino para ese momento, cada momento tiene sus ingredientes, y el producto final
depende de cada medida, por ejemplo, si queremos hacer pan podemos poner algo
menos de harina y un poco más de sal, el producto será bueno de igual forma,
pero no podemos poner aceitunas porque cambia totalmente el resultado. Yo creo
que de eso se trata conocer cuáles son los ingredientes que ese momento de la
vida necesita, ¿Cómo saberlos?, primero entendiendo a donde queremos llegar y
luego entendiendo si esos pequeños pasos que damos van hacia ese camino, esto
aplica para todo lo que hagamos y aunque parece simple, bien aplicado es realmente
complejo.
Podemos cometer
errores en el camino, nadie está exento de eso, incluso debemos alegrarnos de
que ello sea así, yo siempre aprendí mas de los momentos malos que de los
buenos, las malas experiencias son las que llevaron a romper mis límites y
siempre detrás de cada uno de ellos se esconde un recomenzar glorioso. Pero
tenemos que estar atentos para que esos errores no se conviertan en nuestra
rutina de vida, con un ejemplo esto es más didáctico, podemos tropezar con una
piedra, incluso dos o tres veces, es normal, lo que si no podemos nunca es
enamorarnos de la piedra.
Las primeras señales las da el cuerpo, el sabio y poco
escuchado cuerpo humano, a veces en este orden se dan los cambios, mal humor,
dolores, enfermedades constantes. A este punto tenemos dos opciones ir al
médico para que nos dé una pastilla que nunca nos curara definitivamente, pero
nos aliviara y hasta quizás se convierta en nuestra solución, aunque ello
signifique generar dependencia farmacológica. Yo considero que esto es escapar
de los problemas, evitar conocernos profundamente para conocer la causa raíz
del asunto, y decidimos taparlas con un coctel de pastillas mucho más dañinas
que algunas drogas ilegales. Acá vale una aclaración, no hablo de enfermedades
realmente complejas que necesitan medicación porque si no el camino final es la
muerte, hablo de dolores de espalda, dolor de cabeza, mareos, gastritis,
ansiedad, falta de sueño, entre otros. Para mí son señales, pero podemos seguir
sin darle atención, yo prefiero lo primero, ya que nuestro cuerpo es sabio,
evoluciono por millones de años y si algo está mal te lo hará saber para que
puedas ayudar a solucionarlo, es trabajo en equipo.
Antes hablaba de momentos, somos momentos y cada uno de
ellos tiene ingredientes y un final diferente, a medida que vayamos aprendiendo
a cocinar los podremos mezclar mejor y haremos mejores platos, pero quizás cada
tanto queramos volver a cocinar cosas simples, es un circulo y lo que hoy ya no
nos atrae puede dar toda la vuelta y volver a parecernos interesante, uno no
conoce los girones de la vida, solo debemos estar atento a que es lo que
queremos, detectar esos cambios será nuestro mayor objetivo en el camino hacia
una vida más consiente, y esta analogía con la cocina ayuda a darle otra
interpretación al tema.
El segundo paso es no minimizas nuestros sueños, por miedos
que traemos impuestos desde la crianza o simplemente por un sistema que busca
personas sumisas para poder mantenerlas dentro sin cuestionamientos. Yo fui y víctima
de eso también, y aunque duela decirlo, incluso tus seres más queridos son los
guardianes de esta metodología a veces cruel de dominación y hegemonía del
status quo. Desde niños la frase que más escuchamos es “eso no se puede hacer”,
en casa, en la escuela, entre los mismos niños. Hoy estoy más de acuerdo con
preguntar ¿le haces daño a alguien haciendo eso?, no sé si cambiara algo, pero
por lo menos nos pondría a pensar un poco más y no sería tan autoritario. Desde
que tengo memoria me cuestione las reglas, de distintas formas y en base a la
madurez de la edad, hoy lo sigo haciendo, no como rebelde sin causa sino
entendiendo que si hay reglas hay alguien que se perjudica si las rompemos,
incluso quizás pierda privilegios otorgados por las miles de desigualdades que
vivimos a diario en todos los ámbitos de la vida. La mayoría de las leyes son
hasta lógicas, eso no lo discuto, incluso moralmente necesarias, los que creo
es que estamos más enfocado en la acción que en la raíz del problema, ¿porque alguien
quisiera hacerle daño a otro?, en lugar de defender a una de las partes y
desfavorecer a la otra con las leyes debemos entender la raíz del problema y
entender que estamos haciendo mal como sociedad para que esto ocurra. Ya se que
llevarlo a un sistema enorme como un país es una locura, aunque sea coherente,
yo también lo pienso, pero vamos a lo micro, ¿nosotros mismos necesitamos leyes
o podemos darnos cuenta de lo que está bien y lo que está mal?, sin olvidar la
enorme escala de grises en el medio de estos extremos, yo creo que la mayoría
podemos reconocer si dañamos a alguien, y si no es así dejemos de enseñar
matemática o lengua y empecemos por esto que es la base para poder vivir en
sociedad, a diferencia de los números no se puede enseñar en un aula, sino en
la sociedad misma, rompiendo falsas construcciones sociales y prejuicios que
todos traemos sin cuestionar.
Amo la libertad y me desvié de tema en pos de ella, pero
volvamos a los sueños y los miedos. Cuando queremos algo, aunque al principio
no entendamos bien que es, pero simplemente apareció en nuestra vida, como una
sensación, una idea o simplemente una copia de algo que vimos y todo esto nos
moviliza para de esta forma entender que es para nosotros, ese es el momento de
empezar a juntar los ingredientes, algunos son difíciles de conseguir, pero
dependerá de nuestras ganas obtenerlos. A veces los prejuicios y la falta de
apoyo conspiran para que no caminemos detrás de los sueños, quiero decirles
algo en este punto y aunque no se puede explicar, porque a pesar de que no lo
crean hay cosas que las palabras no llegan a explicar, la sensación cuando un
sueño se hace realidad es un gran ejemplo, otro puede ser cuando hacemos el
amor con alguien que realmente queremos, o cuando comemos después de haber
tenido mucha hambre, o cuando vamos al baños después de aguantarnos mucho
tiempo, si alguien se anime que explique esto por favor, les aseguro que
escribirán varios libros haciéndolo.
Dominar los miedos cuesta, no encontraremos la formula en internet,
es un partido que perderemos hasta el final, podremos tener buenas jugadas,
pero el gol llegara en el último minuto, cuando podamos vencer ese límite auto
impuesto que son los miedos. De algún lado escuche que los miedos permanecerán
mientras los necesitemos, y es genial porque pensemos un poco algún ejemplo,
podemos tener miedo a ese bosque oscuro y tenebroso, pero cuando estemos dentro
de ese bosque y veamos que en realidad no era nada tan grave, ya no necesitamos
ese miedo que automáticamente se desvaneció. Sé que la vida no es tan fácil, no
quiero simplificar nada, pero si advertirles que cuando empezamos a cumplir
nuestros sueños, llegan otros y otros, un día pareciera que es cada vez más
simple, y ese momento nos damos cuenta que el miedo a hacer realidad nuestro
sueño, desapareció y vendrán nuevos miedos, pero ese específicamente ya no está
más, la satisfacción de comprender esto es incomparable.
Hasta la proxima...
Imagenes ilustrativas, Cajón del Río Azul, El Bolson, Río Negro, Argentina
By Esteban Tartari
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